De mi Pluma

¡Aquí estoy!


Hace unos días, una amiga me animó a escribir esta primera newsletter. Como pasa entre amigas, nos llamamos después de cierto tiempo, para ponernos al día. Ella suele decirme ¿Dónde estás? ¿Qué haces? Y yo siempre respondo aquí estoy e iniciamos la conversación.

En la Biblia aquí estoy en hebreo es una sola palabra הִנֵּנִי que se lee jineini. A lo largo de las Escrituras la encontramos, no solo como una forma de contestar donde estamos, sino, se le comprende también como: te escucho o estoy listo para servirte.

En nuestras biblias Reina Valera 1960 se tradujo con la frase, heme aquí. Empero, en la mayoría de versiones la encontrarás traducida como aquí estoy. Un ejemplo: “Después de esto, sucedió que Dios puso a prueba a Abrahán, y lo llamó: «¡Abrahán!» Y él respondió: «¡Aquí estoy!» (Génesis 22:1, RVC). El patriarca de esta manera le respondía al Señor, te escucho.

Otro ejemplo, cuando Dios llamó a Isaías: “Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí! (Isaías 6:8, NVI), de esta forma el profeta le decía al Señor, estoy listo para servirte.

Samuel la uso cuando Dios lo llamó. Ananías, cuando el Señor le habló para que fuera a atender a Pablo, quien estaba ciego y en ayuno, después de haberse encontrado con Jesús en Damasco.

El Señor también solía responder aquí estoy. Un ejemplo, cuando en su misericordia extendió su mano hacia nosotros los gentiles: “El Señor dice: «Estaba listo para responder, pero nadie me pedía ayuda; estaba listo para dejarme encontrar, pero nadie me buscaba. “¡Aquí estoy, aquí estoy! , dije a una nación que no invocaba mi nombre” (Isaías 65:1, NTV).

Así que, ¡Aquí estoy! Para servir a Dios, para escuchar Su voz e igualmente para escucharte y servirte.

Aquí estoy, por los + pequeños, Mateo 18:1-4

Sabes que durante este año, las estadísticas señalan que en Guatemala, cada día suceden 19 abusos sexuales en contra de niños, niñas y adolescentes. Esto significa que cuando terminemos el año, 6,935 habrán sido abusados. Esto le duele a Dios y nos debe doler a nosotros.

Creo que Dios nos llama a defender a los más débiles, a sus pequeños, los más importantes en Su reino.(Mateo 18:1-4). Por ello, desde el año pasado tome valor, para compartir el Seminario “El Abuso que le Duele a Dios, cómo Proteger y sanar a los niños, niñas y adolescentes contra el abuso sexual”.

Dios me ha permitido compartirlo con varios maestros de Escuela Dominical de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo (IDEC), quienes han tomado conciencia que, como iglesia el salvar y proteger a los pequeños del reino es una fiel demanda de Cristo, dentro del evangelismo o la Gran Comisión.

Mi deseo es que en cada iglesia se levanten voces que quieran hacer de su ministerio el proteger y cuidar a los más pequeños de Cristo, en su comunidad. Ellos son Su preciado tesoro.

Justo esta semana recibí un correo de Viviana Leonardo, una maestra de Escuela Dominical de la iglesia IDEC en Chiquimula, para contarme que con fe decidió hablar, vía Zoom, con los padres de su iglesia y enseñarles sobre cómo prevenir y proteger a sus hijos de este flagelo. Te comparto unas de las imágenes que me envió. Te pido que ores por ella, es una mujer valiente que ya empezó a botar muros, solo con hablar del tema, ante el cual, aunque, es difícil de comprender, muchos, aún no han abierto los ojos. Sé que Jesús la llevará a ser una líder defensora en su comunidad.

Ella, como yo, creemos en el llamado que hace Dios desde Su corte Celestial: “Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia: «¿Hasta cuándo juzgarán injustamente y favorecerán a los malvados? Defiendan la causa del débil y del huérfano; háganles justicia al pobre y al oprimido. Salven al débil y al necesitado; líbrenlos de la mano de los malvados” (Salmo 82:1-4)

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