De mis Notas

La Autoridad de la Prueba


Daniel en el foso de los leones (Daniel 6:16); sus tres amigos en el horno de fuego (Daniel 3:19-23); Ester ante el rey a costa de su vida (Ester 4_15-16); José en la cisterna y vendido por sus hermanos (Génesis 37); Pablo en el naufragio (Hechos 27:39-44) y Jacobo antes de ser asesinado por Herodes (Hechos 12.1-2), todos ellos vivieron momentos en que su fe les llevaría a otro nivel.

Sí, todos ellos y los héroes que describen en Hebreos 11, tenía fe, esa certeza en un Dios vivo que les llevo a ser lo que fueron cada uno. Parecían tener una vida común, pero, su confianza en Jehová fue lo que les hizo distinguirse y esa diferenciación se formó en momentos difíciles, lo que frecuentemente llamamos prueba, períodos en los cuales la fe es nuestro único sostén.

Me imagino a Daniel cuando fue sacado de su casa y obligado a ir  ante el rey Darío, para ser echado en el foso de los leones, otra prueba más, quizá pensaría, para luego escuchar la frase crucial del soberano: «El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre» (Daniel 6:16) , palabras que le colocaron, de nuevo, al profeta en la posición en que todo dependía de su fe en Dios.

Y que decir  de los amigos de Daniel, a pesar de saber que entrar al horno de fuego era muerte segura y ante el desafío de otro soberano, Nabucodonosor, que les retaba a inclinarse ante su estatua, para evitar su destrucción. La fe de ellos no mostró presunción alguna, no dependían si Dios les salvaba o lo contrario; ellos sabían en Quien y a Quien le creía, por eso, con firmeza respondieron: «No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. (Daniel 3:16-18).torre-mar

Imagino también a la reina Ester, quien con su matrimonio real había asegurado su porvenir, pero, ahora su tío Mardoqueo la retaba a usar su lugar de privilegio para salvar a toda la nación cautiva de Israel. Ella ayunó tres días y solamente con su fe en Dios se levantó y camino los pasillos del palacio hasta llegar al patio de la casa del rey Asuero, sin saber si viviría o no (Ester 4:16), pero su convicción  en Dios le llevó a arriesgarse.

Pablo a quien se le llama el Príncipe de los Apóstoles, paso infinidad de pruebas, que el mismo describe:”…Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación; peligros de los gentiles; peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?… En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos«. (II Corintios 11:23b-29, 32-33). A pesar de todo esto permaneció firme en su fe, hasta la muerte.

Por eso creo, si bien la prueba no es fácil y su constancia pareciera que nos debilita, en realidad el salir de ella en victoria, nos lleva a un nuevo nivel de autoridad. Tanto Daniel, sus amigos, Ester y Pablo, cuando salieron del período difícil, Dios les colocó en un lugar de más valimiento y no para gloriarse o sentirse prepotentes, sino para seguir proclamando Su Palabra, Su Salvación, Su Poderío.

cetro1Daniel dijo a Darío: «Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.» (Daniel 6:22),  y luego el soberano “…escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones» y el capítulo finaliza diciendo «Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.” (Daniel 6: 25-28)

A Ester Dios la coloco al mismo nivel de autoridad que su marido, cuando este les entrego a ella y Mardoqueo su anillo real, poder que les permitió salvar a su pueblo  «y el mandamiento de Ester confirmó estas celebraciones acerca de Purim, y esto fue registrado en un libro.» (Ester 9:32), y hasta hoy en día esta celebración la conmemoran los  judíos, quienes recuerdan como Dios les salvó por la fe de esta mujer que le movió a valentía.

Nabucodonosor también glorificó a Dios por el testimonio de los tres amigos (Daniel 3:28, José llego a ser Primer Ministro y salvo del hambre al mundo conocido de aquel entonces (Génesis 41:37-57)  y Pablo, el gran apóstol, mantiene la autoridad divina a través de sus cartas que proclaman la salvación, la gloria y la magnificiencia de Dios.

Jacobo murió, pero, imagino que antes de morir recordó las palabras de Jesús durante la Pascua, «Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.» (Evangelio de Lucas 22:28-30).

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